quarta-feira, 29 de junho de 2016

Las dos Españas futbolísticas

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Ernest Folch


Solo en las derrotas caen las caretas. Como era de prever, el fin de ciclo de La Roja ha provocado que el estilo que nadie se atrevía a poner en duda se convierta ahora en la diana de los que solo creen en el tiqui-taca cuando se gana. Se oye otra vez, como un pesado estribillo, la misma música de siempre: que si el juego de toque es demasiado lento, que si hay que jugar como los italianos, que si la posesión no sirve para nada, que si ahora Conte es mucho mejor que Del Bosque... Es decir, las mismas teorías de toda la vida, que por supuesto no aparecen nunca el día antes de la derrota, sino el día después. En el fondo de esta discusión, alentada de manera oportunista, está el choque real entre las dos Españas futbolísticas: el tiqui-taca contra la furia. Sí, aunque parezca mentira, algunos defendían el buen fútbol solo cuando daba victorias; es decir, que en realidad no estaban enamorados del juego, sino del resultado. La contrarreforma ideológica que asoma por el horizonte no se atreve a reivindicar la furia literalmente, porque con el paso de los años hay cosas que da vergüenza incluso verbalizarlas, pero para eso se han inventado los eufemismos: se reivindica a medias el cholismo, se alaba a Conte, se invoca un fútbol más físico, en fin, las viejas milongas que vuelven cíclicamente en la selección o en el Barça, tanto monta, monta tanto. Lo divertido es que aparecen nostálgicos de un pasado inexistente, puesto que La Roja solo ha jugado a algo cuando ha practicado el tiqui-taca, el eufemismo inventado para evitar decir el juego del Barça. Y es que la selección española lo conquistó todo solamente cuando Luis Aragonés se dejó de tonterías y decidió apropiarse del ADN azulgrana. Aquí no hubo ninguna casualidad, ni mucho menos ningún milagro etnicista: los éxitos de la selección no fueron nada más que una mera prolongación de los éxitos del Barça. Del Bosque aportó sentido común, elegancia, respeto, inteligencia y una extraordinaria gestión diplomática del vestuario, pero la ideología del proyecto ya venía prefabricada. Y a la segunda derrota han vuelto a aparecer las voces que quieren cargarse el modelo. Verlo para creerlo. Tenía razón Machado: una de las dos Españas ha de helarte el corazón.
Las dos Españas futbolísticas
Iniesta, abatido por la eliminación en la Eurocopa EFE

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