Un gol del colombiano y otro de Benzema alivian a los blancos tras un partido espeso frente a un Espanyol con muy pocos recursos. Zidane iguala a Guardiola con 16 victorias seguidas en Liga
Con poco, el Madrid se apañó para despachar a un Espanyol muy raso. A la espera de cuadrar el equipo por las penurias de jerarcas como Cristiano, Bale y el aún renqueante Benzema, al equipo de Zidane le lucen más las victorias que el juego. El entrenador francés ya cuenta 16 consecutivas en Liga, lo que iguala un récord del Barça de Guardiola de 2010-2011, la mejor noticia para un Madrid aún remendado. Dos acciones episódicas de James y Benzema le auparon en Cornellá frente a un adversario sin cuerpo.
4-4-2 (D.P.)
QUIQUE SÁNCHEZ FLORES
13
Diego López
16
Javi López
15
David López
6
Óscar Duarte
4
Víctor Sánchez
20
Diop
17
Hernán Pérez
11
Leo Baptistao
28
Marc Roca
19
Piatti
7
Gerard
13
Casilla
2
Carvajal
3
Pepe
4
Sergio Ramos
12
Marcelo
19
Modric
17
Lucas Vázquez
20
Marco Asensio
14
Casemiro
10
James
9
Benzema
4-3-3
ZINEDINE ZIDANE
No hubo forma de que el partido se sacudiera su aire pedestre hasta ya iniciado el segundo tiempo, cuando el Madrid se activó mejor, más aseado. Mientras, en Cornellá hubo un simulacro de fútbol, con un Espanyol vulgar y un Madrid ramplón. Hasta el gol de James, en el tiempo de prórroga del primer acto, solo hubo pistas para una crónica de sucesos. Se lesionaron Piatti y Casemiro antes de los veinte minutos, dos interferencias que emborronaron aún más el devenir de un encuentro tan encapotado.
A los dos contratiempos reaccionaron los técnicos de forma cuestionable. Quique tiró de Álvaro, un ariete al que enhebró en la izquierda, donde ya circulaba como lateral postizo Víctor Sánchez, reconvertido al puesto hace apenas un mes. Cuando intervino Zidane para relevar a Casemiro, pese a las molestias elocuentes del brasileño durante unos cuantos minutos, recurrió a Kroos, al que ni había ordenado calentar. Tan chocante lo de Quique como lo de Zidane.
Con el alemán en juego, el Madrid dio algo más de carrete a la pelota. Sin Cristiano y Bale, el técnico francés había dispuesto una alineación cargada de centrocampistas, lo que no procuró el gobierno visitante hasta que irrumpió Kroos. Tan aturdido arrancó el Madrid que a los dos minutos Sergio Ramos ya cargaba con una tarjeta tras una torpeza propia. Y si no fue expulsado antes de la media hora fue por su teatrillo tras rechazar con la mano un disparo de Hernán.
Espeso el Madrid, el Espanyol, sin despuntes, se sintió cómodo refugiado, a la espera de alguna estampida. La tuvo con Leo Baptistao, pero su remate lo desvió Kiko Casilla con los pies. No había forma de que el partido cogiera ritmo. A los pericos les bastaba con el cortafuegos en el medio de la cancha, pero sin dictado ofensivo. Lo mismo le sucedía al Madrid, tan alejado de Diego López como su adversario de Casilla.
El duelo era una sucesión de choques y gente desparramada por la pradera, hasta que cogió temperatura Kroos y, al menos, el equipo de Zidane le dio algo de palique al balón. Nada deslumbrante, pero por fin la pelota recibió algún mimo. Pese a la nómina de arquitectos, caso de Modric, Asensio y James, nadie asistió mejor que Marcelo, que enroscó de maravilla un balón en la cabeza de Benzema. El francés embocó, pero en fuera de juego por un pelo. Fue el preludio del tanto de James a un suspiro del descanso. El colombiano se quitó de encima a Hernán y Diop y cazó un zurdazo desde fuera del área al que no llegó Diego López. Un respiro para el Madrid y un puntazo para James en su primera aparición del curso como titular. La farragosa trama del duelo no permitió brillar al cafetero, pero el sudamericano necesita dejar huellas. Zidane le retiró poco después de la hora como pudo relegar a cualquier otro. Sin sobresalientes, pero James ya fue clave ante el Sporting de Portugal y lo fue en Cornellá. Señales de humo de un futbolista que no es un cualquiera.
A partir del tanto de James ya no tuvo respuesta el Espanyol, rudimentario en todo, sin gracia y poco hueso. Quique tiene tajo. En cuanto el Madrid se articuló algo mejor, ya en el segundo acto, los blanquiazules se desplomaron, sin recursos ante un rival que no tenía su jornada más ilustrada. Mientras se achicaba el Espanyol, Benzema, con una volea fantástica, obligó a un paradón a Diego López. Lejos de estar en plenitud, el galo aún tuvo tiempo de sellar un gol. Y casi de milagro, porque Zidane ya tenía previsto su cambio por Morata cuando cazó un buen centro de Lucas Vázquez, otro que hasta en días nublados suele dejar buenas pisadas. Con detalles de unos y otros, pero con más brocha que pincel, el Madrid se fue victorioso.
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