El incierto estado físico de Cristiano y Benzema, ambos con problemas musculares, coloca al jugador del Madrid como responsable principal del ataque en la visita al Manchester City
La impresión franciscana de Zinedine Zidane no es equívoca. El hombre vive abstraído en mundos que solo él comprende. En sintonía con ese estado espiritual, repite con insistencia febril que la virtud esencial de un equipo bajo presión es la “paciencia”. Cuando ya no queda margen de error el técnico insiste en que ninguna solución es posible sin mantener la calma. Su admonición no es casual. Zidane conoce como pocos el particular ecosistema que habita. Sabe que no existe un club más atormentado por la urgencia que el Real Madrid. Sabe que sus aficionados tardaron apenas dos semanas en pitarle, tras su debut en 2001, y que la ansiedad no ha remitido. Sabe que la directiva superpone fichajes y bajas a tal velocidad que traspasos que costaron 80 millones hace una temporada hoy están en el mercado. Sabe que en este contexto de vértigo hay una excepción estratégica. Se llama Gareth Bale.
EL ZURDO MULTIPLICA SUS ASISTENCIAS CON LA DERECHA
Gareth Bale se hizo futbolista jugando en la posición de lateral zurdo. Cuando fichó por el Madrid, a los 23 años, Carlo Ancelotti le situó como extremo derecha. Su primer centro con la pierna menos hábil, en su debut, en Vila-real, le resultó tan antinatural que en su intento por perfilarse acabó estrellándose contra una valla publicitaria.
Dos años y medio más tarde los aficionados dan fe de que el jugador galés ha ejercitado su sistema nervioso central. Ahora maneja la pierna derecha de modo tal que suele meter hermosos centros con ella. Es el cuarto máximo asistente de la Liga y varios de sus pases de gol los ha dado con su pierna de palo.
Bale suma diez pases de gol. El ránking de pasadores de gol del campeonato le sitúa por debajo de Luis Suárez (15), Messi y Koke (13), y Cristiano (11). La gran mayoría de sus asistencias resultan de desbordes y centros, algunos por la izquierda, pero generalmente por la derecha.
Los pases de gol revelan un mayor grado de sintonía entre Bale y sus compañeros. De una asistencia cada 368 minutos durante la temporada pasada el jugador ha elevado su producción a una cada 174 minutos. El doble.
Hay futbolistas que se adaptan rápidamente a los ambientes más extraños. Su precio de mercado suele considerar la ductilidad. Gareth Bale, que costó 100 millones de euros, tardó dos años y medio en alcanzar su mejor nivel en el Madrid. La orden de la directiva, encabezada por Florentino Pérez, fue esperar. Por fin se alumbran frutos. Desde hace unos meses sus compañeros y su entrenador coinciden en que la presencia del británico en el equipo no entraña los desequilibrios tácticos que provocó en temporadas pasadas. La semifinal de Champions contra el Manchester City que comenzará a disputarse este martes en el Estadio de Etihad será la primera gran eliminatoria que sitúa a Bale en posición de protagonista y en plenitud de facultades. Zidane se ha ocupado de confeccionar un esquema para que así sea.
Bale ha mejorado en aquello que no se puede determinar con precisión, como la comprensión del juego; y exhibe un progreso notable en los valores que se cuantifican. Sus cifras de robos, pases, asistencias, remates y goles ponen de manifiesto una curva que tocó fondo la temporada pasada para alcanzar cotas de un progreso sin precedentes.
Los pases, indicio de su capacidad asociativa, aumentan lentamente: uno cada 2,8 minutos en la temporada 2013-14, uno cada 2,9 minutos en la temporada 2014-15; y uno cada 2,5 minutos esta temporada en Liga. Los remates, señal de su actividad ofensiva, progresan a igual ritmo. Bale logró un tiro cada 23 minutos en 2013-14, uno cada 25 minutos en la 2014-15, y uno cada 21 minutos en el actual campeonato. Si los disparos totales denotan una mayor participación en jugadas de ataque, los goles revelan el aumento de su puntería. Bale ha pasado de los 13 goles en 103 remates en la temporada pasada a los 18 goles en 75 remates de la presente campaña. De cabeza, como el avasallador 2-1 en Vallecas, o al contragolpe, como en el definitivo 2-3, nunca fue más eficaz.
Los héroes
El club ha esperado dos años y medio a Bale. Hasta ahora, sus intervenciones más importantes en Champions han sido el 1-0 al Dortmund, en la ida de los cuartos de 2014, y el 2-1 de la final de Lisboa, después de una hora de irrelevancia y cuando el Atlético ya parecía rendido. No estuvo en la ida contra el Bayern en 2014 (1-0), ni en la vuelta contra el Atlético en los cuartos del año pasado (1-0), dos ausencias que sus compañeros relacionaron con el mejor funcionamiento del Madrid. Se le recuerda, en cambio, pasar desapercibido contra la Juventus en las últimas semifinales, cuando su agente, Jonathan Barnett, denunció una conspiración contra su cliente ya que, según él, “no le daban la pelota”.
Tenía razón Barnett en una cosa: en el vestuario del Madrid eran pocos los que consideraban a Bale un futbolista fiable, sobre todo para atacar rivales que se cierran atrás. Algo de eso hizo el Wolfsburgo y Bale lo sufrió.
Los héroes madridistas de las eliminatorias de Champions desde 2014 han sido Ramos, Cristiano, Benzema y hasta Chicharito. Esta vez, Cristiano y Benzema llegan al partido con problemas musculares. Bale está perfecto. Todos los indicios hacen pensar que puede asumir la responsabilidad que corresponde a una figura de su cotización.
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