segunda-feira, 29 de junho de 2015

La Roja derrota a Perú y va por toda la gloria en la final de la Copa América

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Eduardo Vargas guió a Chile a la definición del torneo continental, con dos goles que lo dejaron como el máximo goleador de la competición.


Chile está en la final de la Copa América. No importa nada más. Chile jugará el sábado por su primera corona continental y todo el estadio lo sabe, lo canta y lo sufre. Eduardo Vargas es la estrella con los dos goles del triunfo sobre Perú (2-1). Es momento de reír y saltar. Y de soñar, porque este país lo merece.
Al comienzo, el mejor jugador de Chile luce la banda sangre. Literalmente. Primero se mete con Arturo Vidal y se salva de la amarilla. Después agarra del cuello a Alexis Sánchez y se salva del penal, pero no de la tarjeta. No corren ni 10 minutos y Carlos Zambrano confirma que para los peruanos este es un clásico caliente, que pasa en revoluciones. Su triste espectáculo lo termina a los 20’, con un planchazo criminal directo a la espalda de Charles Aránguiz. Roja directa, ni siquiera sus compañeros lo defienden. En los pasajes de mejor fútbol de la visita (que incluyen un cabezazo al palo y una atajada notable de Claudio Bravo) el zaguero del Frankfurt alemán deja a su equipo con diez. Gracias Zambrano.
El 4-2-1-3 del inicio, Gareca debe reacomodarlo con dos líneas de cuatro muy pegadas, que seden el terreno a la Selección, pero achican los espacios en el último cuarto de cancha. Chile no se ve mejor, pese a la ventaja numérica. Paolo Guerrero, el mejor delantero de la Copa, sólo con pensarlo se saca a José Rojas, que evidencia el nerviosismo de reemplazar a Gonzalo Jara.
De todas formas, el anfitrión se atreve más. Se toma la banda derecha, aparece más Mauricio Isla y Eduardo Vargas se prende. ¿La izquieda? Casi no existe, porque aunque Miiko Albornoz la pida a gritos y con los brazos al cielo, nunca es la primera opción. Su mala noche, en ambos costados de la cancha, no genera confianza, así que el balón sólo se traslada a su costado cuando la pide Alexis, aunque el ariete de Arsenal otra vez está en una noche opaca. 
Es que si el tocopillano la pide, ha que pasársela, porque igual crea peligro. Se la toca primero a Valdivia, quien desvía por poco. Y después, a los 42’, saca un centro envenenado para Aránguiz. Así nace el 1-0, porque la pelota se va al poste y, muy astuto, Vargas la toma para desatar la fiesta en el estadio, antes del descanso.
Sampaoli se aviva en el entretiempo y coloca a Mena por Albornoz. Sorprende, además, con David Pizarro (fuera Díaz). Quiere controlar la pelota y el Fantasista le responde adueñándose de inmediato del ritmo del ataque chileno. Perú, sin embargo, no se rinde y redobla sus esfuerzos para disimular perfectamente su hombre menos. Y se crece, además, aprovechando una pelota perdida de Sánchez, que termina con el descuelgue de Advíncula y un centro fatal que Medel manda a propia portería.
Nace el temor, pero muere el silencio, porque el “¡Vamos chilenos!” retumba desde la galería. Conmueve, pero no tanto como el zapatazo de Vargas, el golazo de la Copa, la joya de Chile: 2-1 y es para romper las gargantas. Un suspiro de calma, que dura poco, porque los del Rímac se la juegan toda. No les queda otra.
Y la Roja aguanta como puede. Medel saca aplausos con sus cruces, pero Guerrero sigue siendo una pesadilla. “¡Que pase rápido el tiempo!”, ruegan los fanáticos, pero el reloj parece muerto. Son los nervios, seguro, que también juegan en Ñuñoa.
No importa, Chile logra inscribirse en la final. Si usted sufrió, pateó el suelo, garabateó a los cuatro vientos y saltó como energúmeno, festeje y dé las gracias. Le quedan otros 90 minutos de taquicardia y dolor de estómago en esta Copa América. Los 90 minutos que separan a esta Selección de convertirse en una leyenda viviente. 

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