Los de Luis Enrique no estuvieron bien y se dejan dos puntos en el camino
El Barcelona no pasó del empate en el nuevo RCDE Stadium después de un partido intenso en el que el Espanyol pisó el acelerador de principio a fin, y en el que el Barça gozó de las ocasiones más claras, en especial tras la reanudación. Con este empate, el conjunto blanquiazul logra puntuar ante el blaugrana siete derbis después desde el 2010 que no conseguía dejar la puerta a cero ante su eterno rival. Un Barcelona que cumplía justo un año desde aquella famosa debacle de Anoeta, la última vez que los culés no marcaban en un partido de liga a domicilio.
El Espanyol estuvo en su papel. Realizó unos primeros 20 minutos asfixiantes apoyado en una afición enchufada desde el principio. No gozó de ninguna ocasión de peligro si salvamos un balón muerto que dejó Bravo a la salida de un corner y que despejó Gerard Piqué, pero tuvo a su merced a un Barça que bastante tenía con entrar en la brega y replegarse a tiempo. Se empleó con displicencia, esperó en su propio campo y se sujetó a las cabalgadas con potencia de Felipe Caicedo, o a las internadas por banda de Burgui y de Marco Asensio. Cuando el partido se enfriaba, no lo pasaba mal porque ello quería decir que el Barça se cortocircuitaba en la elaboración. Pero cuando se calentaba, los periquitos se sentían más cómodos.
Los culés sufrieron en la primera parte la friolera de 12 faltas (el que más en un partido a domicilio al descanso) y provocó tres cartulinas amarillas. Una de ellas se produjo en un rifi rafe dentro del área donde se empujaron y cayeron varias veces Álvaro y Javier Mascherano, que también fue amonestado. Una amarilla, la del argentino que hubiera resultado decisiva para el desenlace del choque, si González González le hubiera echado agallas si, a la media hora de juego, un centro de Marco Asensio interceptado por el brazo del “Jefecito” hubiese recibido la correspondiente sanción. No fue así, el berciano hizo caso omiso a las protestas que venían desde la grada y la tarde continuó como si nada.
En la recta final del primer tiempo, el Barcelona se quitó ligeramente el corsé al que le tenía sometido su rival. Fue entonces cuando comenzó a generar peligro. La aparición de la conexión de la MSN tuvo algo que ver. Una triangulación dentro del área periquita donde se vieron por primera vez Neymar y Leo Messi y en el que Luis Suárez no llegó por poco. Fue la antesala del quinto palo de Leo Messi (el que más de esta liga junto a Iago Aspas) en un libre directo en el que Pau se dirigió a un lado y el balón a otro. Esta cruceta, sin duda, fue la mejor ocasión del partido junto a la que tuvo Jordi Alba nada más empezar. El lateral no se coordinó bien cuando Luis Suárez le vio en el segundo palo. Es decir, a pesar de su discreta primera mitad, las mejores oportunidades de gol eran blaugranas.
Algo que se iba a corroborar tras el paso por los vestuarios. La reanudación no pudo ser más alocada. El Barça no quería dar pie al Espanyol a que trabase el partido y se fue a por el gol que le diera los tres puntos. Pero no llegó. Y eso que Luis Suárez y Leo Messi lo intentaron de todas la maneras posibles. El uruguayo, primero, en una buena acción por la izquierda que originó un pequeño barullo en el área y después en un nuevo balón al palo (el décimo séptimo de esta temporada) cuando se encontraba solo ante la portería y ante una pleyada de defensas enfrente. El argentino, por su parte, quiso buscarse la vida por su cuenta. Primero dentro del área ante una nube de piernas blanquiazules, y después rematando flojo desde la frontal cuando lo más fácil era combinar con sus compañeros. Todo ello en unos diez minutos sin respiro donde el Espanyol contestó por mediación de Hernán Pérez que a punto estuvo de sorprender a pierna cambiada. Y después en una serie de corners en el que, en uno de ellos, Enzo Roco no estuvo atento a un balón suelto.
Restaría una media hora y el cansancio empezó a hacer mella. Pero lo hizo de cara a la filigrana, no de cara a la rudeza, donde el Espanyol igualaría a Las Palmas como el equipo que más faltas ha realizado al Barça en un partido de Liga (22), a la misma vez que la persecución a los tobillos de Neymar eran presa de los defensores pericos. La presión persistía, la afición apretaba en cada acción y los minutos pasaban de forma irreversible para el líder sin que su rival diera un paso atrás. Una chilena de Neymar y una falta lejana de Leo Messi fueron los últimos argumentos ofensivos de los blaugranas, a los que le costó un mundo sacar el balón. De hecho, hubo algunas pérdidas que los atacantes espanyolistas no supieron culminar en el último pase.
En definitiva, un 0-0 que deja al Espanyol de Constantin Galca con muy buenas sensaciones (por lo menos en su casa donde no ha perdido), y a un Barcelona que ofrece el liderato a merced de sus rivales madrileños, eso sí con un partido menos. Pero, sobre todo, lo que nos deja este derbi es un duelo de octavos de final de Copa del Rey apasionante que nos deparará en las dos próximas semanas.
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